viernes, 30 de octubre de 2015

Las islas


Samoa está formada por un par de islas grandes y otras más pequeñas, algunas deshabitadas por completo. Lo ideal si no quieres gastar mucha pasta en excursiones guiadas o taxis, es pillarte un coche de alquiler, olvídate de scooters porque no vas a encontrar, casi nadie se mueve en moto, ni si quiera los locales. Puedes cogerlo en el mismo aeropuerto, o bien en cualquier sitio de Apia (la capital), o bien en la otra isla en varios de los pueblos más grandes. Tienes ferry para cruzar con vehículo de una a otra de las islas, aunque son bastante escasos en frecuencia. Importante tener en cuenta que el más tempranero, el de las 6 am, sólo lleva coches el de Mulifanua a Salelologa. De Salelologa a Mulifanua sólo lleva gente. Cuento esto porque te haces la picha un lío cuando ves el papel de los horarios y no queda nada claro. Yo me fui a primera hora pensando que muy a las malas me podría quedar durmiendo un par de horas más en el coche, pero acerté.

A mí me ha gustado mucho más Upolo que Savai’i, pero supongo que va en gustos. Savai’i da impresión de haber más resorts y estar más preparado para el rollo turismo en cambio Upolo parece más auténtica, de hecho ves mucho menos turista, sobre todo en Apia.

Recomiendo coger el ritmo samoano para ir descubriendo las islas, lo que vienen siendo las indicaciones de las cosas, no existen casi, cuesta encontrar las cosas incluso para los propios samoanos, eso me da que pensar. Los carteles con el nombre de las villas están pintados de color rojo con letras amarillas, normalmente con bastante maleza, piedras o cualquier otra cosa. Lo bueno es que yendo a 40/50 km/h te da tiempo a ir leyendo o mirando con más detenimiento, porque de verdad que está bastante complicado y no irás para volver a dar la vuelta, ni una, ni dos veces. Hay que mirar muy mucho las cosas que quieras ver en domingo porque se cierra todo, todo, así que es complicado. He encontrado playas donde llegan a prohibir el baño en domingo, concretamente recuerdo la de las almejas gigantes, lo cual fue una pena. Son muy religiosos en Samoa, de hecho la vestimenta por la calle debe ser cuidada, al menos con las prendas más o menos cortas, donde te llegarán a ofrecer un lavalava, o pañuelo tipo falda, para que te tapes. Son un poco extremistas en ese aspecto, aunque siempre desde un punto cordial y educado.

Me está gustando el ritmo samoano, se ve la vida pasar a una velocidad a la que da tiempo a saborear muchas cosas, al fin y al cabo, qué es la felicidad sino disfrutar buenos momentos.

jueves, 29 de octubre de 2015

El tiempo se mide en "samoas"


Después del tremendo choque del principio, ya he podido observar detalles de los samoanos mucho más de cerca y lo que más me ha gustado es el “samoan way” o “al estilo samoano”. Si el tiempo es dinero, tengo claro que esta gente debe ser millonaria.
Según te vas adentrando en su cultura, compruebas rápidamente que nuestra ajetreada vida para ellos no tiene sentido, van a su ritmo, unos más rápido y otros más lentos, pero nadie mete prisa a nadie. Las carreteras son de 35 mph (unos 55 km/h), así que cualquier trayecto por la isla te llevará tiempo, pero un tiempo para disfrutar, de sus vistas, de sus olores, ir saludando a la gente por cada villa que cruzas, observando a los moas (animales parecidos a los pollos) que corretean de un lado al otro de la carretera en busca de lombrices. No estamos acostumbrados a tanta relajación los occidentales, siempre corriendo de un lado a otro. Recuerdo el primer día, un señor que quería acercarse y charlar para que cogiera un taxi, me dijo que caminaba muy rápido, que no tuviera tanta prisa, y entonces no entendía qué quería decir, ahora lo sé. No creo que en Samoa muera nadie de un infarto por estrés, lo de las arterias obstruidas es otro cantar, que aquí no son de talla 34, ni falta que les hace para ser felices. A más de un modisto sí que le iba a dar un infarto en Samoa.
Otra se las cosas que me han enamorado de Samoa, paisajes aparte, son sus gentes, la hospitalidad samoana, donde puedes recorrer una calle de 200 metros y que te digan “hola” o “feliz día” unas 10 veces, siempre con una gran sonrisa, y es que es así el samoano. Da igual si te conocen o no, da igual que hables o no samoano, da igual tu color, tu condición, lo que sea, ellos siempre te van a saludar o a devolver el saludo de forma alegre. Muchos preguntan de dónde eres por curiosidad, y cuando digo que soy de España, muchos se quedan alucinados de cómo he podido recorrer tanta distancia para venir hasta aquí, otros ni siquiera saben dónde está, o bien lo confunden con México, porque ven muchas películas de acción mexicanas en VO y les suena el idioma.
Samoa, ese sitio lleno de iglesias por todos lados. Puedes ver varias iglesias (cristianas, metodistas, del séptimo día del no sé qué, etc.) en una misma villa. Ver cómo viven la religión es muy curioso, los domingos cierra prácticamente todo, excepto alguna gasolinera selfservice y alguna tienda de comida tipo kiosko, todo lo demás cierra, las iglesias abren todo el día y puedes ver entrar y salir gente con sus mejores galas durante la jornada, es un día muy familiar para ellos, y es cuando suelen hacer la comida tradicional, con sus grandes fuegos (se pueden ver muchas columnas de humo por toda la isla) donde ponen sus “patatas”, una especie de mandioca, aceite de coco, pescado, pollo, cerdo, todo con hojas de banano, para después terminar comiendo en los fales, las típicas cabañas samoanas donde se reúne la gente de las villas. Son abiertas y elevadas un poco del suelo, un simple techo de hojas de palmera y unas cuantas columnas de madera que lo sujetan (donde se pondrán los jefes de forma ordenada y el resto en corro), allí los podrás ver comer, dormir, charlar, o incluso jugar al bingo.
Voy cerrando que me espera una suculenta comida con una cerveza fresquita (vailima) y tengo que tomarme mi tiempo, samoan way.

lunes, 26 de octubre de 2015

This is Samoa! Talofa

Esto es Samoa! Cualquier cosa que veas y no tenga una explicación aparentemente racional, usa esta frase porque le viene como anillo al dedo. Y es que son tan diferentes las costumbres samoanas a las nuestras, como sus coches y autobuses. El primer encontronazo con Apia (la capital), de noche y tras varias horas de vuelo desde la tan ordenada Nueva Zelanda, chocan frontalmente con el estilo samoano. La llegada del vuelo a una pista pequeña, de estar por casa, un grupo local amenizando la recogida de equipajes con canciones tradicionales samoanas, el control exhaustivo con inmigración y luego con los de las autoridades agrarias, por no contar el de la misma entrada a la terminal de ébola, que tienen en los papeles que pongas si eres de países que hayan tenido algún caso de ébola, como Sierra Leona, Nigeria o España. España!!!! Gracias a la magnífica gestión de los servicios sanitarios de nuestro país. Vamos, que el impacto es grande. Luego con los taxistas a la salida, como locos por cogerte de pasajero, aunque el importe no es alto, la verdad, tengo la impresión de que esta gente tampoco se ha subido a la parra y quieren hacerse millonarios a tu costa. Eso sí, no busques a nadie que ponga el taxímetro porque no existe.
Tras el golpe de calor, la humedad, la noche y que no había nada iluminado a excepción de los fales (como cabañas abiertas) comunales donde la gente estaba reunida o jugando al bingo (nunca he visto tanto bingos por metro cuadrado, lo juro), por fin llegas al hotel/motel, donde con un poco de suerte porque has encontrado abiertas varios puestos de cambio de dinero, puedes dejar una fianza para pagar el sitio, además del taxista que te ha llevado. Vivan las talas! Mañana será otro día, hoy sólo he podido encontrar abierta a estas horas, una pequeña tienda local donde comprar una cerveza y unas patatas fritas como cena. Samoa promete.

Consejos y algunas utilidades kiwi

Lo primero, puntos de wifi gratis, esos que todos queremos pillar para saludar a la familia, tuitear fotos dando envidia de vacaciones, o por qué no, ganar unos cuantos instagramers en nuestra cuenta con los hastgas de los sitios que visitamos. En Nueva Zelanda puedes encontrar muchas cabinas de Spark con free wifi, pero serán pueblos relativamente grandes, aunque aquí el término grande es muy diferente del que estamos acostumbrados a manejar. Yo tenía la regla del 80/70 y 50; cuando entrabas a un pueblo donde la velocidad mínima que marcaba era de 70/80, el pueblo es pequeño (vamos, cuatro casas y desperdigadas), y cuando la velocidad era de 50, el pueblo era relativamente grande y podías encontrar alguna gasolinera y cabina de free wifi. También existen un montón de sitios donde poder conectarse gratis, incluso con algún banco he dado, eso que son de los que nunca dan nada gratis.
Gasolineras, especial atención en la isla sur, donde al haber tanto parque natural, no existen pueblos, y por lo tanto no hay gasolineras. No esperes ver una gasolinera fuera de un pueblo porque no he visto ninguna, así que calculad bien los recorridos y los repostajes. En la isla norte no he encontrado mucha dificultad, hay bastantes ciudades intermedias y los recorridos son más pequeños.
Moverse por el país.
Existen varias formas, tren, bus, avión, alquiler de vehículos de varios tipos, e incluso el autostop, hay mucha gente que se mueve por Nueva Zelanda haciendo dedo. En mi caso, me he movido con campervan. Algo más grande que una monovolumen, pero bastante más manejable que una autocaravana, con lo que hacía de mixto para campo o ciudades. No hay que preocuparse demasiado por el tema del vaciado de agua y reponer, suele haber “dump stations” públicas hasta en los pueblos más pequeños, aunque en algunos hay que prestar atención porque vienen señaladas y luego son campings privados. De todas formas, siempre viene bien hacer una parada en algún camping o motel, suelen estar bien acondicionados y aprovechas la electricidad (y las duchas de verdad con agua caliente también, es cierto). También existen multitud de campings públicos, suelen estar en áreas de lagos o montaña, disponen de baños y son bastante económicos (unos 6 dólares). Puedes encontrar una especie de hucha para echar el dinero y unas cartulinas donde registrarte de forma voluntaria. Tampoco esperes mucho de estos campings, es lo que viene siendo un descampado más o menos pequeño, cerca del agua y con unos baños que son letrinas (eso sí, suele haber papel higiénico) sin lavabo.
Supermercados de varios tipos, donde en muchos puedes encontrar descuentos en gasolineras si tu compra asciende a un mínimo, lo cual puede venir bien en algunos casos. Por ejemplo, los supermercados Countdown, suelen hacer descuentos de 4 céntimos por litro en gasolineras Z.
Para excursiones, no hay que volverse loco, basta con ir a un iSite del pueblo en cuestión, y allí encontraremos Info de todas las actividades que podemos hacer por la zona, desde allí mismo se pueden contratar al instante. Yo he llegado a flipar porque había sitios que te desplazan incluso a 400km para ir al sitio de la excursión, mucha tela.
Seguro que se me ocurrirá algún consejo más, ya iré aumentando esta entrada si es preciso.
Corto ya, estoy a punto de aterrizar en Samoa, aunque por desgracia es de noche.

martes, 20 de octubre de 2015

Despedida kiwi


Ya van terminando los días por Nueva Zelanda, con profunda tristeza toca despedirse de sus gentes, sus animales, sus carreteras de grava interminables, su viento, su sol, sus días de lluvia entre montañas y algún que otro homenaje culinario en alguno de sus asadores. Es una pasada de sitio, lástima que nos pille tan lejos a los españoles.

Hoy toca dormir en un área de servicio en la campervan, junto a unas vacas que no parece que tengan muchas visitas con frecuencia, todas están en el lado de la valla junto a la furgo. Ningún kiwi visto, tampoco ballenas ni delfines por temporal, pero muchas focas, keas, kakas, conejos y mucho pájaro vistoso, así que algo es algo. Es impresionante la cantidad de fauna salvaje que hay por aquí y cómo tratan de conservar todas sus especies autóctonas, se lo toman muy en serio. He visto muchos carteles avisando de productos químicos encontrados en zonas silvestres, hacen mucho hincapié en avisar de especies invasoras, ponen carteles con consejos para limpiar embarcaciones en lagos por algas, en el campo en ciertas zonas por las botas, etc. Muchos sitios sin papeleras donde te piden que te lleves contigo la basura que generas. Son muy conscientes que cualquier cosa puede alterar el ecosistema; es algo muy palpable en la zona de los glaciares, donde puedes ver dónde se encontraba la lengua hace unos años y en la actualidad. Da gusto ver las explotaciones ganaderas, todo el ganado en campos verdes enormes, pastando sin estrés alguno, en general bastante bien cuidadas las instalaciones. Con razón vas a cualquier super a comprar carne de ternera y sabe deliciosa, muy blandita y jugosa. Y es que no sé si será porque las leyes son muy severas, o bien por educación (confío en lo segundo), pero la gente es muy civilizada y educada, y se ve fácilmente en cualquier servicio público (que los hay en todos los pueblos, ciudades o incluso rutas por el monte), donde siempre hay como mínimo, papel higiénico , o donde te puedes encontrar en la gran mayoría secadores de mano, y todos en perfecto estado, desgastados por el uso pero poco vandalismo, aunque alguno me he encontrado donde especificaban que los cerraban de noche por actos vandálicos, aunque no encontré rastro alguno.

Después de 20 días, más de 3500 kilómetros y habiendo cruzado de norte a sur y de este a oeste las dos islas, creo que me llevo en la mochila un pequeñito reflejo de lo que es Nueva Zelanda y, no me queda otra que decir que, me ha encantado y cuando pueda volveré, seguro, me queda mucho por descubrir

Próximo destino… Samoa, rumbo a la polinesia…

sábado, 17 de octubre de 2015

El tiempo primaveral


Bendita primavera que llenas todo de agua y flores, aunque yo sólo veo el agua, y qué trombas. Recorrer las carreteras con carteles de “flood” y avisos de desprendimientos, no es lo más relajante del mundo, la verdad, pero es lo menos que puede pasar con la cantidad de agua que ha caído en dos días. Esas mantas de agua de un par horas de la gota fría, pero con varias horas más, de esas que te cierran los glaciares al público porque la mayoría de las rutas se han convertido en rápidos ideales para rafting, no para senderistas ávidos de “la instantánea” más original. Es lo que tiene el tiempo en primavera, te cierran un glaciar, se inunda medio parking de un embarcadero, encuentras playas con mar embravecido, o simplemente conviertes tu vehículo en una barca a medida que atraviesas las carreteras entre bosque y montaña.
Cada día tomo más en serio los carteles neozelandeses que avisas de las condiciones tan cambiantes de sus carreteras, es un hecho. Puedes empezar el día con lluvias torrenciales, desprendimientos de rocas, cascadas de agua, niebla, viento, y terminarlo al borde de las plácidas aguas de un lago enorme mientras miras la puesta de sol entre montañas nevadas, la maravilla de la naturaleza. Eso sí, asegúrate de llevar bien repleto el depósito de combustible del coche, las gasolineras escasean en la isla sur de la mitad para abajo, no les gustan mucho en los parques naturales y hay muchos, cuidado no te toque llamar a asistencia en carretera, será, además, el único vehículo que veas durante muchos kilómetros.
Aprovecho ya que casi se me va el sol, y esta gente son de dormir pronto.

jueves, 15 de octubre de 2015

Sobreviviendo a pesar del viento

Me cago en la primavera kiwi y la madre que la parió. Es imposible que esta gente vea un rayo de sol con 9 grados y salgan a la calle con bermudas, chanclas (o simplemente descalzos por la calle), manga corta y no les veas ni estornudar, están hechos de otra pasta, eso seguro. De hecho, son raros para muchas cosas. Que alguien me explique cómo pueden ser todas las vías de 100 km/h independientemente sean motorways, rural roads o caminos de grava (que ya he pillado alguno entre desfiladeros donde sólo entraba un coche), o cómo una motorway puede terminar en un stop, tienes que hacer un zigzag y así poder continuar por la carretera que ibas, me tienen acojonado con esas cosas. Menos mal que son pocos conduciendo (te puedes tirar kilómetros sin ver un coche por ciertas carreteras principales) y bastante pacientes, pueden aguantar ir detrás de una caravana bastante tiempo antes de adelantar, y siempre adelantando con mucho cuidado, no son muy macarras. Curioso es el caso de los camioneros, van bastante ligeros en carretera, pero en zonas de subida o cuando les cuesta, te facilitan el paso echándose a un lado en las stopping bay o bien en salientes que hay por la carretera, cosa de la que deberían aprender en muchos otros sitios.
Es increíble ver hectáreas y hectáreas de terreno verde con cientos de vacas, ovejas, llamas, alpacas o cabras. Cualquier granja por pequeña que sea tiene una cantidad enorme de ganado. Cuidado con acercarse demasiado a ciertas vallas para ver animalitos que muchas están electrificadas. Pero es genial como piensas en el desarrollo sostenible y miran por su fauna y flora autóctona, con carteles en áreas recreativas o incluso supermercados, exponiendo las especies invasoras que hay por la zona e instrucciones de cómo se debe proceder.
Tienen su puntito estos kiwis.

lunes, 12 de octubre de 2015

Casi un kiwi más


Según pasan los días, uno se acaba acostumbrando a casi todo, y a lo bueno mucho más. Es fantástico encontrar mil y un sitios con baños públicos bien cuidados, gratis, con papel. Un montón de áreas de servicio limpias, verdes, con bancos, con dump stations públicas incluidas. Puedes ir tirando de la wifi gratutita (aunque nada estable) de las cabinas de Sparks, al final tendré que hacer una donación o algo con tanto uso que las doy. También hay que destacar que todos los pueblos importantes tienen su i-sites, donde puedes coger información de toda la zona, contratar excursiones, utilizar su wifi o incluso comprar souvenirs de artesanos locales. Me encanta el concepto de comunidad que tienen, y la gente es muy amable, son muy de saludar cuando se cruzan contigo, o te preguntan si necesitas ayuda si te ven un poco perdido. Me estoy acostumbrando a la vie en kiwi. Otro post se lo dedicaré a la conducción, es mi primera vez con la izquierda (no, de eso no) y hay detalles curiosos de su forma de conducir.
Cada día veo más claro que esta gente vive así de bien porque están en la otra parte del mundo, espero que pueda durar mucho más tiempo su autenticidad, aunque KFC, McDonald’s y Burrikin lo asolen todo como de costumbre.

sábado, 10 de octubre de 2015

Por tierra de kiwis



El principio ha sido un poco caótico pero el período de adaptación muy rápido, así que ya somos casi un kiwi más. Lo de conducir por la izquierda ha pasado de reto a rutina, aunque todavía hay algunos problemas en algunos cruces, sigo sin acostumbrarme a que las autopistas o vías rápidas terminen en un stop y haya que hacer una chican para continuar por la misma. Por lo demás, todo va viento en popa. La gente es especialmente agradable en todos los sitios, siempre te sonríen e incluso te saludan por la calle cuando se cruzan contigo, aunque como mención especial la del conductor del autobús del poblado maorí (Tamaki). El tío animó el cotarro todo el tiempo y a la vuelta nos deleitó con sus grandes éxitos cantados y un par de vueltas extra a una glorieta antes de empezar a repartir a la gente por sus hoteles. Nos dejó los últimos y nos acercó adonde teníamos la furgo, recomendándonos otro sitio donde aparcar y pasar la noche. Ya tengo aprobado primero de haka maorí después de la velada en la aldea Tamaki, una bontia noche entre risas y compartir conocimientos varios, allí nos encontramos con los primeros españoles que habíamos visto en todo el viaje.

El rollo de las dump stations, ese mundo. Después de preguntar y seguir los carteles hasta allí, éramos incapaces de localizar el “agujero”, hasta que hemos preguntado al gasolinero que dónde estaba, y tenía pinta de haber escuchado muchas veces la misma pregunta. Nos indica perfectamente y dejamos todo la mar de limpito, eso sí, instrucciones en mano que nos había dado por escrito el señor del alquiler de las caravanas, porque yo no recordaba una castaña del vídeo que me casqué de 15 minutos que nos pusieron en el “depot” de caravanas. Fue un “too much information” como una casa.

Así que entre hobbits, kiwis, fumarolas de géiseres, cuevas de luciérnagas, playas inmensas y aldeas de guerreros maoríes, Nueva Zelanda es una pasada de país. Creo que podría quedarme aquí a vivir, tiene pinta de que la gente tiene un nivel de vida alto y relajado, no veo mucho estresado de la vida, cosa que cada día valoro más en mi vida.