viernes, 27 de octubre de 2017

Siglos de Peregrinación

Otra vez desayuno con noodles y un sinfín de cosas, al final terminaremos rodando en lugar de andar. Listos y ya en el puesto de las motos eléctricas que para eso somos gente de palabra. Todo el día por un precio más que asequible, nos dieron nuestra flamante moto, un poco de probar los frenos (algo muy importante) y camino de nuestros primeros templos. Encaminados a Old Bagan por una de las principales vías, fuimos parando a izquierdas y derechas para ver algunos de la multitud de pagodas y estupas que nos fuimos encontrando por el camino, creo que es imposible verse todos. Nos íbamos encontrando con locales que trataban de hacer negocio en los templos, algunos muy tranquilos donde pensabas que no había nadie, pum! al girar una esquina te podías encontrar un tenderete con comida, pinturas o incluso libros. El famoso libro de George Orwell de Días de Birmania se puede encontrar en multitud de idiomas en muchos de los puestos de por aquí.
Plano en mano, íbamos orientándonos para tratar de ver los principales templos que teníamos en nuestra lista personal, cruzándonos con alguna que otra moto de occidentales tan despistados como nosotros y multitud de coches y camionetas tipo pickup abiertas, llenas de locales, de un lado para otro. Empezamos a llegar a las grandes pagodas o, al menos, las más señaladas. Llenas de turistas locales y grandes grupos de monjes budistas que paseaban por ellas, se sentaban a rezar o incluso posaban haciéndose fotos entre ellos. Es curioso cómo nos miraban a los occidentales, muchos no debían estar acostumbrados a cruzarse con nosotros. Tuvimos varias experiencias en el que nos pedían posar junto con ellos para hacerse fotos con nosotros. Un grupo de adolescentes nos paró y varias de las chicas se hicieron fotos con nosotros, con una mezcla entre vergüenza y risas. El momento cumbre fue cuando me pararon un par de monjes budistas jóvenes, con sus túnicas y sombrillas y sin hablar ni papa de inglés, me hicieron ver que querían una foto porque no paraban de enseñarme el móvil, y pensé que querían que les hiciera una foto a los dos monjes juntos, pero la realidad es que querían hacerse ellos una foto conmigo. Primero con uno, luego con otro y finalmente con los dos juntos. Todo entre risas y caras sonrientes. Me encanta la naturalidad y el buen rollo de esta gente.
El calor pega duro en la llanura de Bagán, así sudando la gota gorda lo mejor era buscar un sitio donde poder comprar agua fresca y eso hicimos. Tocaba descansar un poco porque entre el calor, el sol de justicia y los pies chamuscados de estar descalzos sobre algunos suelos que ardían, necesitábamos un pequeño respiro, todavía quedaba mucho por ver.
Reanudamos la marcha viendo más pagodas y estupas, haciendo fotos y más fotos. Nos empezamos a salir del circuito más turístico y nos adentramos por caminos que llevaban a templos más alejados y con mucha menos afluencia de gente. No teníamos presente lo de las serpientes pero, total, seguro que no íbamos a encontrar ninguna con el sol que había, mucho mejor estar a la sombrita bajo tierra. Terminamos en un camino nada concurrido que discurría por la parte trasera de un enorme campo de golf y una gran torre feísima supuestamente perteneciente a algún cuñado de un alto cargo del Gobierno, ya sabemos cómo van estas cosas. Al final llegamos a un camino grande después de estar más de 30 minutos sorteando charcos, pasando zonas arenosas donde uno se tenía que bajar, y sin parar de escuchar ruidos en la maleza según pasábamos de forma silenciosa con nuestra moto eléctrica.
La tarde iba cayendo y el sol con ella, nos fuimos a un templo donde se podía subir para ver el atardecer, pero resultó que no se podía acceder por rehabilitación debido al terremoto que sufrío aquella zona y dejó tantos templos deteriorados, así que nos fuimos a una especie de loma pequeña que había enfrente. La sorpresa fue que al llegar vimos como a 20 personas con cámaras profesionales o casi profesionales, con grandes objetivos y trípodes enormes apostados para captar la puesta de sol. Alucinábamos de cómo iba la gente de pertrechada. Los mosquitos nos asediaban porque a esas horas ya empiezan a tener ganas de sangre y el repelente nos parecía que servía de poco, la verdad. Embadurnados era poco. Vimos a un tipo que era una mezcla entre fotógrafo y ninja, tapado hasta las orejas y con una malla antibichos puesta en la cara, parecía llevar un traje nbq, más la malla y un gorro de explorador, un personaje. De pronto, alguien llega corriendo para coger su cámara del trípode y le siguen como diez de los fotógrafos, no sabíamos qué estaba ocurriendo pero debía ser algo interesante. Empezaron a bajar la loma y nos asomamos. Comenzamos a ver a un pastor que llevaba un rebaño de vacas y las estaba pastoreando. Se empezaron a escuchar disparos de fotografía como si estuvieran en modo repetición. Todas aquellas cámaras apostadas comenzaron a disparar sin parar, mientras algunos aguerridos fotógrafos se acercaban con precaución al ganado (manso no, lo siguiente). El más valiente, un fotógrafo italiano, llegó a acercarse a varios metros, nosotros alucinábamos porque parecía que esta gente no había visto un pastor con vacas en su vida. Nos dio la risa floja y no podíamos parar. La escena parecía sacada de un sketch de los Monty Phyton. Estuvimos un buen rato comentado la jugada imitando al bueno de Félix Rodríguez de la Fuente. Cuando nos cansamos ya de ver tanta chorrada, nos fuimos a un templo pequeño cercano donde vimos que se podía subir al techo para, ahora sí, ver el atardecer. Justo cuando íbamos por el camino, se nos cruzó un grupo de decenas de vacas y tuvimos que esperar unos minutos a que pasaran, si lo hubieran visto aquellos fotógrafos locos hubieran muerto de felicidad. Ver para creer.


Llegamos al templo, y subimos por un lateral, había solo una persona arriba, una chica suiza con la que estuvimos charlando un rato, estaba viajando por el sudeste asiático hacía poco tiempo y tenía pensado visitar más países cercanos. Finalmente, llegaron 4 o 5 personas más y esperamos ver ponerse el sol. Las nubes estaban bastante bajas así que la puesta no llegó a ser todo lo idílico que pretendía ser, pero el ambiente y el silencio le daban un toque de espiritualidad.
Después de aquello, enfilamos para el puesto de las motos. Nos adentramos por caminos tratando de acortar y la noche caía, la luz de la moto no daba para mucho y la batería de la misma ya empezaba a bajar. No es que estuviéramos muy ubicados en el mapa, MAPS.ME nos la jugó y no nos marcaba bien dónde estábamos, conseguimos llegar a una zona de granjas donde nos cruzamos con varios locales llevan animales y algunos carros y, finalmente, llegamos a la carretera principal, ya tendríamos que estar cerca o relativamente cerca. La luz de la moto no te dejaba ver mucho más de 2 o 3 metros y la batería baja en picado, ya me estaba viendo teniendo que llevar la moto andando con el frontal de luz en la cabeza. Cuando llegamos a la entrada de New Bagan ya estaba en 2 rayas de batería de las 6 o 7 que tenía, pero el puesto estaba a menos de un kilómetro. Respiro.
Dejamos la moto en perfecto estado, acordamos otra moto para el día siguiente y nos fuimos al hotel a disfrutar de la piscina como locos. Lo único malo de la piscina a esas horas es la cantidad de mosquitos que hay por los alrededores, es mejor quedarse dentro y eso hicimos. Después de un ratito de relax, ducha rápida y a buscar sitio nuevo para cenar, nos gusta ir cambiando para probar cosas o sitios.
Día de calor, sol, no atardecer y mucho beber líquido. Admiro a los locos que cogen por aquí una bici para ir a ver templos. O no ven muchos templos, o pierden vida en el intento. Nosotros al final nos hicimos como 50 km con esas condiciones climatológicas, no es un paseo, no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario