En fin, después de otra experiencia más con los aviones y aeropuertos, por fin llego a Krabi, a un pequeño hostel regentado por una mujer de unos 60 años, tailandesa, que debe tener pocas visitas y me coge por banda y se pone a contarme un montón de cosas sobre Krabi, sobre su vida y demás, hasta que le digo que si me deja que me pegue una ducha y luego hablamos, mucho mejor, estaba cansado después de toda la jarana aeroportuaria. Así que me subo para la habitación y directo a la ducha, por fin estoy en Tailandia tal y como quería.
Duchado y listo para cenar, bajo y me pongo a charlar un rato con la mujer tailandesa. Me recomienda un sitio donde ella suele ir para tomar pad thai porque le cuento que me flipa y que yo como en cualquier lado, no tengo problema. Después de un rato de animada charla y hacerme saber que ella es de Koh Phi Phi, mi siguiente destino, y que allí tiene a casi toda la familia, que son muy conocidos en la isla, salgo para buscar el sitio que me ha recomendado. No tardo en encontrarlo y me asomo para ver si no había nada parecido cerca y no me he equivocado con las señas. No veo ningún occidental, sólo un puñado de thais comiendo y charlando animadamente. Me mira la señora que está cortando los noodles y con gestos me pregunta que qué quiero y qué hago ahí. Simplemente le digo "pad thai" y me indica que entre, sin más. Veo una pequeña mesita y me siento a esperar. Hay una señora poniendo una especie de zumos con hielo y le pido una botella de agua en tailandés, todavía recuerdo cómo se pedía de cuando estuve en 2013. Al cabo de un rato, aparece un platazo enorme de pad thai. Qué ganas de comer aquello, por fin uno de mis platos favoritos. Me pongo como el kiko.
Ya cenado me pongo a pasear por el mercado nocturno, aquello me recuerda más a los típicos mercados de zonas de playa en España que a un mercado tailandés, está montado única y exclusivamente para turistas. Veo a una niña que debe tener unos 10 años (es complicado para mí acertar las edades de los thais, parecen todos más jóvenes de lo que son), vestida con el traje tradicional y haciendo bailes para los turistas, uno tras otro, es una imagen un tanto horrenda porque los padres están a un lado contando el dinero recogido de cada actuación suya. Sigo con mi paseo nocturno, me alejo un poco del mercadillo y termino descubriendo un templo budista, entro y me quedo un ratito en silencio, aprovecho que no hay nadie para pensar en mis cosas, qué bueno es disfrutar de esos momentos silenciosos. Nos parece que no existen pero cuando los encontrarmos, al menos yo, no puedo dejar de pararme un rato para saborearlos. Estamos demasiado acostumbrados a una vorágine diaria la cual no nos deja tiempo para nosotros, aunque pensemos que sí, mentira.
Llego al hostel y me encuentro de nuevo a la señora allí, así que me pongo a hablar con ella de nuevo, al final me cuenta tantas historias diferentes que engancha. Me saca unos bollos típicos de Krabi para que los pruebe y me ofrece un plátano, allí tienen siempre plátanos para regalar, facilidades de haber tanto bananero. Hablamos durante bastante tiempo y nos da casi la medianoche. Hemos comido pastas, bebido algo de té y he cogido el ticket del ferry para Phi Phi, el transfer para el muelle me recoge a las 9.30 de la mañana, pero yo quiero aprovechar, madrugar un poco para desayunar e irme a ver la ciudad con luz y el templo.
Fin del día en Krabi. Al final ha mejorado muy mucho la cosa para como había empezado con los aviones.
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