domingo, 20 de diciembre de 2015
Un poco de Snorkel y kayak
Me embarco en una excursión tempranito para ir con varios buceadores a hacer snorkel. Bueno, snorkel yo que no ando muy fino de oídos y no quiero luego tener que arrepentirme, pero el resto va a bucear. El día está bastante nublado, pero con la fresca mañanera, voy con Álvaro, Eva y Stefi al lío, aunque primero pasamos a comprar unos churros thais. Cierto es que están muy buenos, no tienen nada que envidiar a los de Madrid, aunque creo que debe ser el tiempo que llevo sin catar uno, reconozco que es una de mis debilidades, aunque me gusta más la porra. Estos están muy ricos y a un precio irrisorio en comparación con San Ginés, como casi todo por estos lares.
Después de un buen desayuno churrero, viene lo bueno, la hora de subirse al barco para snorkelar un poquito, vamos, toda la mañana. Tras cruzar 3 barcos hasta el nuestro, saltando de uno a otro por estribor, llegamos sin que nadie se caiga al agua, a esas horas intempestivas es fácil cualquier despiste, qué os voy a contar cuando seguro que cogéis el coche por la mañana con el piloto automático puesto. El barco es bastante nuevo, o por lo menos la apariencia es muy buena. Allí nos explican cómo va transcurrir la mañana, dónde podemos tomar té y café, algo de fruta, y lo más importante, dónde están los baños. Se recalca mucho cuál es la zona seca para que no entre la gente con los trajes empapando todo, que luego pasa lo que pasa y se pone todo perdido. La idea es ir a 3 o 4 zonas para bucear, según esté el mar en cada sitio, una de ellas es muy cerquita de la playa de la película de Di Caprio, La Playa, Maya Bay. Yo voy por libre, soy snorkeliano!
La mañana pasa entre chapuzones y viendo un montón de fauna marina, de hecho llego a ver cuatro tiburones de arrecife, aunque lo mismo fueron dos que me pasaron varias veces, no lo tengo muy claro pero me quedo con el número cuatro, me hace ilusión porque no había visto nunca antes, no había coincidido, no sé. Me cruzo en algunos momentos con los buceadores, que me saludan desde unos cuantos metros más abajo. Nos dan de comer un poquito de pad thai en el barco, algo de fruta, y vuelta para el puerto.
Al final hemos echado la mañana y son casi las dos de la tarde cuando llegamos a puerto. Ya han llegado a la playa todos los barcos rápidos desde Phuket, Krabi y alrededores, cargados de turistas y el puerto es un hervidero. A esas horas comienzan a replegarse y se marchan de vuelta a los sitios desde los que vinieron. Sólo hacen falta un par de días para tenerles pillados los horarios, operan a diario. Las tardes se quedan muy tranquilas en el puerto, pero después de irse tanto turista, es un poco aglomeración.
Volviendo a nuestras habitaciones para descansar un poco, Eva, Álvaro, Stefi y yo, comentamos de alquilar un par de kayaks e irnos a ver alguna de las playas de nuestra isla, así que aprovechando que la marea está todavía un poco alta, cogemos los kayaks y nos ponemos manos a la obra.
Llegamos a la playa de Loh Lanna Bay, con algunas dificultades porque la marea está bajando y las rocas asoman ya un poco, algún que otro rozón se lleva el kayak pero alcanzamos la arena sin muchas dificultades. Unos a descansar y otros a ponerse las gafas de buceo y a seguir disfrutando de la vida marina en el arrecife, y por qué no, hacerme unos cortes en la planta del pie por no ir con cuidado con el coral, nada serio pero escuece bastante.
Estamos un rato, tampoco mucho tiempo. La playa se ha vaciado y estamos nosotros cuatro y un par de botes, así que decidimos que es hora de largarse porque la marea está ya demasiado baja. Nos ponemos a sacar los kayaks de la arena y la cosa está bastante complicada ya, no hay mucho hueco para salir sin rocas y toca pisar con mucho cuidado por ellas. Álvaro y Eva salen sin mucho problema, pero Stefi y yo tenemos más qué problemas. A mí me molesta bastante el tema del pie y me las veo y deseo para avanzar entre las rocas, mientras Stefi es capaz de sacar el kayak de las rocas y, a pesar de haber salido, hace un intento por esperarme, pero las olas terminan por lanzarla de nuevo sobre las rocas, la cosa se pone cada vez más fea porque la marea ha bajado más y el oleaje es más fuerte. Stefi consigue remontar el kayak de nuevo y me acerco un poco, según se acerca, consigo subirme de un salto que casi vuelco el kayak del ímpetu, pero al menos salimos de la zona rocosa y podemos palear con cierta facilidad. Nos ha llevado un rato, sobre todo por lo torpe que he estado, pero tengo que decir en mi defensa que el pie me escuece horrores por los cortes.
Nos lleva un ratito llegar a nuestra playa para dejar los kayaks, la marea ha bajado tanto que tenemos que dejarlos abandonados y volver andando al chiringuito donde lo hemos alquilado para decir a los thai dónde están, además de pagarlos, claro. Están acostumbrados a que la gente haga el canelo con la marea y tienen un carrito para ir a buscarlos, tontos no son, no.
Toca relajarse un poquito después de la aventura marina, que luego hay que salir a cenar y siempre terminamos por liarnos entre unas cervezas y otras.
Las noches se hacen especiales aquí. Salir con la gente a cenar, terminas por juntarte con ocho o diez personas para comer unas pizzas, hamburguesas o cualquier cosa que no sea comida thai, porque al final sale más barata la comida occidental, imagino que por el tema turismo. Muchas risas durante las cenas, alguna que otra cerveza y muy buen ambiente, luego remantando con algún bucket, música con billar o juegos de mesa, para terminar en el Bananas y la playa, si al día siguiente no hay madrugón por trabajo o quehaceres. Te sientes como en una pequeña gran familia, hay un ambiente que enamora.
Me gustaría dedicar esta entrada a toda esa gente que me ha acogido en estos días y ha hecho de este tiempo algo tan especial, muy buena gente, como Stefi, Manuel, David, Julie, Maca, Jesse, Fanny, Musimusi, Lucía, y muchos más... muchas gracias.
viernes, 11 de diciembre de 2015
Phi-Phi y la fiesta
Después de casi una hora y media de retraso, aparece el barco y abren la puerta para embarcar. Esperando a que desembarque primero toda la gente que hay dentro, la gente se agolpa en el muelle como si fueran a quedarse sin sitio y les tocara ir colgados de los neumáticos. A veces me cuesta ver la diferencia entre los trenes de India y este tipo de cosas de los occidentales, sin diferenciar entre países, que tan civilizados nos creemos hasta que toca "sentarse". Me retiro un poco para ver la cómica escena y, después de casi 30 minutos saliendo gente del barco (parecía el típico 600 lleno de payasos que no paran de salir), por fin empezamos a embarcar. Tiro la mochila donde deja todo el mundo las maletas y me siento al fondo, con los cascos puestos y dispuesto a dormitar un rato. Espero que no se convierta aquello en el barco de las potas como pasó en la Gran Barrera de Coral, allí no hay bolsas de papel.
Cuando abro un ojo parece que ya estamos llegando, no tiene pinta de que haya habido una crisis de vómitos, cosa de agradecer porque el olor ya era de por sí, digamos que, complicado. Ya en Phi Phi, con muchas ganas de ver a mi Stefi, que está trabajando como instructora de buceo en un centro de buceo de la isla, así que si vais por allí, directamente a verla que es una crack y mejor persona. Total, que como está trabajando, me voy con mi petate en busca del centro de buceo que, total, la isla no es muy grande y no me va a llevar mucho tiempo dar con ello, de hecho en menos de 20 minutos estaba allí con ella, con un hambre atroz pero contento por haber llegado. Después de tiempo por ahí dando vueltas solo, es una sensación indescriptible encontrarte con un amigo, debe ser algo como que se te aparezca la virgen y te diga lo de construir una iglesia allí mismo, digo yo, no sé. Total, que de pronto me sentí como en casa. Me acompaña al sitio donde se aloja ella para que me den una habitación. El sitio está muy bien, en la otra playa grande de la isla, con una imagen muy chula de toda la playa, con los garitos nocturnos al fondo a lo lejos, esos que más tarde se escucharán por el rebote del sonido en el agua de la bahía, nada que no se pueda arreglar con... si no puedes con el enemigo, únete a él y vete de fiesta.
Llega la noche y nos vamos a celebrar que he llegado sano y salvo, la palabra clave es bucket, es lo que debe saber cualquiera que va a Phi Phi a pasar un tiempo, le puede salvar la vida. Stefi me presenta a un montonazo de gente, casi todos instructores de buceo de un montón de nacionalidades que están en la isla, todos muy majetes. La noche promete, las risas aseguradas. Me esperan unos cuantos días en Phi Phi, ¿nos lo tomaremos con calma?
domingo, 6 de diciembre de 2015
Krabi y largas charlas
miércoles, 2 de diciembre de 2015
Amanecer en Angkor
Total, que son las 4am, tengo más sueño que vergüenza, me lavo la cara y saco fuerzas para coger la mochila y dirigirme a coger la bici para hacerme los 8 kilómetros a oscuras hasta Angkor. Despierto al de seguridad del aparcamiento que estaba durmiendo al raso, cojo la bici, enciendo un pequeño frontal que llevo y me pongo en marcha. He memorizado el recorrido porque sabía que no sería capaz de leer ningún cartel a esas horas, ya de por sí difíciles de encontrar en algunas calles. Según avanzo, me adentro en la avenida principal y empiezo a ver un par de tuktuks con turistas camino de Angkor, vamos todos a lo mismo, ver el amanecer allí. Me ayudo de las luces traseras rojas para guiarme, está realmente oscuro y lo único que hace mi frontal es atraer a todos los bichos volantes de la zona a mi cara, mejor cerrar la boca y casi los ojos. Paso por el control de seguridad enseñando el ticket que me hice el día anterior (lleva mi foto y todo) y sigo para Angkor Wat, todavía me quedan unos kilómetros. El calor es bastante fuerte pese a no haber salido el sol todavía. No puedo dejar de reírme al recordar a la gente del hotel diciéndome que a esas horas suele hacer fresco casi frío. Perdonad que me ría, 28 grados no son frío, al menos en mi pueblo.
Por fin llego a Angkor Wat, ato la bici a una valla y me dirijo al templo. La verdad es que somos pocos, pero al poco empieza a llegar mucha más gente. Mientras ya he cruzado la entrada y voy para la zona del pequeño estanque, la vista deseada por todo el que va porque con los primeros rayos, se refleja en el estanque la impresionante estampa de la fachada principal de Angkor Wat. Me quedo un poco retrasado porque hay mucha gente al borde del estanque, prefiero verlo desde atrás y no sentir que estoy en Preciados en plenas navidades, llamadme loco, pero creo que un sitio tan mágico y especial, se disfruta un poco más en silencio y no con el bullicio de turistas y vendedores.
Después de casi una hora, la luz empieza a despuntar y se puede ver nítidamente la figura del templo en el agua. Es un amanecer precioso en ese lugar tan especial, algo que se queda en la retina, lo sientes único. Para mí el espectáculo ya se ha terminado ahí y me dirijo a ver otros templos que seguramente estén vacíos en ese momento. Cojo la bici y me pongo en marcha, esta vez sin prisa y disfrutando de detalles de algún templo ya visitado, y deleitándome con algún templo sin visitar.
Me paso el día de templo en templo y cuando me quiero dar cuenta son las 3 de la tarde, llevo una tremenda sudada y calculando a ojo he recorrido casi 30 kilómetros, así que decido volver ya para el hotel, necesito una hora de piscina por lo menos para relajarme. Me pongo en marcha, todavía me esperan unos 10 kilómetros hasta el hotel y las fuerzas no son las del principio. Esa noche toca descansar y hacer mochila, al día siguiente salto para Tailandia y tengo que dejar todo preparado.
Ya he pasado un ratito en la piscina, devuelto la bici de alquiler y me he pegado una ducha relajante, y ahora me voy directamente para Pub Street, la mítica calle de la "fiesta" de Siem Reap, que no la vi el día anterior por razones "camboyanas". Cuando llegó allí no me gusta mucho, todo muy enfocado para el turista, concretamente el de borrachera fácil, así que me alejo un poco después del paseo y termino cenando en un indio, por cambiar un poco la dieta de estas últimas semanas. De ahí directamente a la cama, dando gracias por no encontrarme en la puerta del hotel al tío del tuktuk y que me volviera a liar.
Tailandia espera.
lunes, 30 de noviembre de 2015
Angkor y sentirse Indiana Jones
Llego allí en un tuk-tuk para recorrer las más lejanas, no sin antes pasar por la entrada principal para comprar la entrada de 3 días, te la piden prácticamente a la entrada de cualquier templo, entres por donde entres. El calor aprieta desde primera hora de la mañana y hordas de turistas llegados en autobús campan a sus anchas por los principales templos como Angkow Thom, Angkor Wat o Preah Khan. El tuk-tuk me lleva a ver Angkor Wat primeramente para luego dirigirnos a la zona más exterior, Banteay Srei. El momento en el que te encuentras frente a las puertas de Angkor, rodeado de todo aquello, es indescriptible. Es una imagen que has visto muchas veces en foto, de un sitio al que quieres deseas ir según ves aquella escena, y ahora soy yo el que está aquí delante. Flipando a cada paso que voy dando, descubriendo cada rincón de aquel templo, fijándome en cada detalle, cada escultura en la piedra, los textos de sánscrito grabados en las paredes,... podría pasarme el día entero allí pero quiero descubrir más templos, así que voy a buscar a mi tuk-tuk entre la vorágine de tuk-tuks, bicicletas, coches y autobuses.
Importante comprar agua, aunque por muy fría que me la dan, se calienta a los pocos minutos. Eso sí, no es que haya dejado mucho después del trago que le he metido. Son las 8.30 am y parece que lleva horas pegando el sol del calor que hace. Por fin encuentro al conductor de mi tuk-tuk y tiramos rumbo a los templos más alejados. Pasamos por un montón de pequeñas aldeas donde algunos niños que van al colegio nos saludan amablemente. Hacemos una parada en el museo de las minas antipersona. Es el museo de una organización que se dedica a quitar las minas sembradas por todo Camboya. La zona de los templos es relativamente segura, pero el resto del país es peligroso cuando te sales de los caminos trazados. Hay tal cantidad de zonas minadas sin marcar que todos los años mueren muchas personas o sufren algún tipo de discapacidad. Allí puedes ver el horror de las minas sembradas por todo el mundo, tipos de minas, países adheridos al tratado de no proliferación de minas y los que no, etc. El horror de las guerras muchos años después del fin de las mismas.
Llegamos a Banteay Srei por fin, un paseo muy agradable disfrutando de escenas típicas del campo camboyano. El tuk-tuk se queda a la puerta y me pongo a meterme por los rincones que veo, Cuanto más ves, más quieres, es curioso.
El día va avanzando entre calores y templos, me siento un poco Indiana Jones cada vez que me meto por las ruinas, es impresionante todo lo que hay por descubrir detrás de cada esquina. Hay muchos que prácticamente no tienen gente, están casi desiertos, y otros son los que se llevan la gran atención del público, sobre todo los que están metidos en el mini-tour que le llaman, para los que viajan express y quieren ver exclusivamente lo que se considera más importante. Templos de todo tipo, con muchas estructuras diferentes aunque ornamentalmente son muy parecidos por ser consagrados a las mismas deidades hinduistas como Shivá o Vishnú, que fueron el origen de la construcción de las edificaciones, aunque luego se fue dando paso a multitud de figuras de Buda por ser el budismo la religión predominante en la zona. Hay que tener en cuenta que Angkor fue creada por comerciantes indios que pasaban por esa zona durante varias semanas en su trasiego de India a Camboya y su regreso.
Las luces del atardecer me sorprenden en el templo de Bayón, donde puedo maravillarme con los rayos del sol tocando las enormes caras esculpidas en la piedras de las altas torres que lo coronan. Creo que ninguna fotografía de las que pueda hacer, podrá reflejar lo que realmente se ve en persona en ese momento, es una sensación de completa paz, tranquilidad, como aislado del mundo a pesar de la cantidad enorme de personas visitando dicho templo.
Terminada ya la jornada, entre sudores, cientos de fotografías y un sinfín de escaleras que he subido y bajado en los templos, llego a Siem Reap para descansar un poco, alquilar una bici y disponerme a ver el amanecer del día siguiente, me han dicho que es una maravilla verlo desde el templo de Angkor Wat, donde se puede ver reflejado en un pequeño lago, parte de los edificios del mismo. Así que ya que estoy ahí, qué narices! vamos a pegarnos el madrugón para ver esa maravilla.
Bici lista, mochila preparada, cenado... a dormir que las 4 am llegan muy pronto.
jueves, 26 de noviembre de 2015
Cu Chi y el delta del Mekong
lunes, 23 de noviembre de 2015
Ho Chi Minh city
domingo, 22 de noviembre de 2015
La cultura y sus ruinas
jueves, 19 de noviembre de 2015
Saliendo de la gran urbe
martes, 17 de noviembre de 2015
De cultura, política y otras hierbas culinarias
lunes, 16 de noviembre de 2015
De día todo cambia
sábado, 14 de noviembre de 2015
Hànoi
viernes, 13 de noviembre de 2015
Sabor cosmopolita
jueves, 12 de noviembre de 2015
Ciudad mítica, Sydney
martes, 10 de noviembre de 2015
No todo va a ser mundo marino
sábado, 7 de noviembre de 2015
El animal vivo más grande del mundo
jueves, 5 de noviembre de 2015
La gran Australia
martes, 3 de noviembre de 2015
Que hacer por Samoa
Son tantas cosas las que uno puede hacer en Samoa, que resulta imposible reunir todas aquí, sobre todo porque se trata de vivir Samoa, aún asi me arriesgo a poner unas cuantas.
Podemos encontrar muchas maravillas naturales para visitar. Cascadas impresionantes (en algunas incluso puedes nadar como en Afu Au), campos de lava donde puedes disfrutar de vistas espectaculares como el Coast Walk, playas increíbles de arena blanca en Lalomanu, reservas marinas para hacer snorkel o buceo, etc. Una de las cosas que me llamo más la atención fue la cueva de los enanos en Paia. Una cueva contruida en lava, donde la leyenda cuenta que fue excavada por unos enanos, un cazador la descubrió y los enanos le dijeron que si no contaba nada de la cueva, le darían toda la riqueza que quisiera, y todo fue así durante un tiempo, con muchas posesiones, mujeres, mucha riqueza, hasta que un día, el cazador, borracho contó donde se encontraba la cueva a otros cazadores, y a la mañana siguiente todo lo que tenía había desaparecido. Es un lugar curioso donde el guía, encargado de cuidar del acceso a la cueva, me contó que todavía nadie ha encontrado el final de la misma.
Otro de los sitios privilegiados es la piscina de To Sua, de la que seguro habéis visto alguna foto en las muchas guías de viaje de paraísos tropicales del Pacífico. También es genial la casa de Robert Louis Stevenson, el famoso escritor de La Isla Del Tesoro, donde se afincó hasta su muerte. Era muy conocido y querido entre toda la población aborigen, al que llamaban Tusitala (el contador de historias).
Imposible pasar por Samoa sin acercarse a la Villa Cultural de Samoa, de entrada gratuita (la voluntad), donde podremos disfrutar de las culturas del pueblo samoano, desde artes de baile, música, orfebres de madera, costura, hasta tatuaje tradicional samoano, el cual tiene una gran importancia para este pueblo.
Por supuesto, no hay que perderse pasar por la estación de autobuses de Apia, es impresionante ver el colorido de cada uno, con mensajes de todo tipo pintados. El mundo autobús en Samoa es otro mundo. Puedes verlos con la música a todo volumen, de colores diferentes, parar donde no hay paradas, la gente se sube o baja en marcha incluso, pero... esto es Samoa!
Todo eso me dará hambre, y de comer qué toca.
McDonald's ha llegado a todo el mundo, pero no hay que ser tan ganan como para terminar comiendo porquería a casi 17000km de casa cuando la tienes más cerca.
Siempre te puedes acercar a cualquier puesto de la calle donde puedas encontrar BBQ a buen precio, por 6 o 10 talas puedes ponerte hasta arriba, aunque tambien puedes ir a algún restaurante para comer lo que comen ellos normalmente, suele ser pollo rebozado (el rebozado es increíble), un fish'n'chips de pescado fresco, o pollo y verduras con curry. Estuve comiendo en un resort (son unas cuantas cabanas) llamado Fituafe's Indigenous Vai Villas donde compraban todo a gente local, de la comunidad, tanto verduras, pollo, como pescado, a un precio muy barato y con una calidad inmejorable.
También el local de Apia de Pinati's Restaurant es una gran apuesta, donde podras ver la cantidad de samoanos que van a comer allí con la familia, o bien, a coger los pedidos para llevar. A las 19-20 h aquello es un hervidero de gente que entra y sal, y podeis imaginar por qué tiene tanta fama entre los locales, verdad? yo repetí varias veces la experiencia.
Si buscas una experiencia de restaurante más cercano al concepto que conocemos, el Bistro Tatatu de Apia no te defraudará, aunque el precio no es el más barato que vayas a encontrar. Eso sí, la comida y la mezcla de sabores es exquisita, es una experiencia gastronomica para no perdérsela, con un ambiente muy acogedor y distinguido.
Samoa es una experiencia para vivirla, por mucho que pueda contar, no se acercará a lo que realmente disfrutas cuando estás en este sitio. La gente y la naturaleza, todo enamora.
Volveré seguro.
viernes, 30 de octubre de 2015
Las islas
jueves, 29 de octubre de 2015
El tiempo se mide en "samoas"
lunes, 26 de octubre de 2015
This is Samoa! Talofa
Esto es Samoa! Cualquier cosa que veas y no tenga una explicación aparentemente racional, usa esta frase porque le viene como anillo al dedo. Y es que son tan diferentes las costumbres samoanas a las nuestras, como sus coches y autobuses. El primer encontronazo con Apia (la capital), de noche y tras varias horas de vuelo desde la tan ordenada Nueva Zelanda, chocan frontalmente con el estilo samoano. La llegada del vuelo a una pista pequeña, de estar por casa, un grupo local amenizando la recogida de equipajes con canciones tradicionales samoanas, el control exhaustivo con inmigración y luego con los de las autoridades agrarias, por no contar el de la misma entrada a la terminal de ébola, que tienen en los papeles que pongas si eres de países que hayan tenido algún caso de ébola, como Sierra Leona, Nigeria o España. España!!!! Gracias a la magnífica gestión de los servicios sanitarios de nuestro país. Vamos, que el impacto es grande. Luego con los taxistas a la salida, como locos por cogerte de pasajero, aunque el importe no es alto, la verdad, tengo la impresión de que esta gente tampoco se ha subido a la parra y quieren hacerse millonarios a tu costa. Eso sí, no busques a nadie que ponga el taxímetro porque no existe.
Tras el golpe de calor, la humedad, la noche y que no había nada iluminado a excepción de los fales (como cabañas abiertas) comunales donde la gente estaba reunida o jugando al bingo (nunca he visto tanto bingos por metro cuadrado, lo juro), por fin llegas al hotel/motel, donde con un poco de suerte porque has encontrado abiertas varios puestos de cambio de dinero, puedes dejar una fianza para pagar el sitio, además del taxista que te ha llevado. Vivan las talas! Mañana será otro día, hoy sólo he podido encontrar abierta a estas horas, una pequeña tienda local donde comprar una cerveza y unas patatas fritas como cena. Samoa promete.
Consejos y algunas utilidades kiwi
Lo primero, puntos de wifi gratis, esos que todos queremos pillar para saludar a la familia, tuitear fotos dando envidia de vacaciones, o por qué no, ganar unos cuantos instagramers en nuestra cuenta con los hastgas de los sitios que visitamos. En Nueva Zelanda puedes encontrar muchas cabinas de Spark con free wifi, pero serán pueblos relativamente grandes, aunque aquí el término grande es muy diferente del que estamos acostumbrados a manejar. Yo tenía la regla del 80/70 y 50; cuando entrabas a un pueblo donde la velocidad mínima que marcaba era de 70/80, el pueblo es pequeño (vamos, cuatro casas y desperdigadas), y cuando la velocidad era de 50, el pueblo era relativamente grande y podías encontrar alguna gasolinera y cabina de free wifi. También existen un montón de sitios donde poder conectarse gratis, incluso con algún banco he dado, eso que son de los que nunca dan nada gratis.
Gasolineras, especial atención en la isla sur, donde al haber tanto parque natural, no existen pueblos, y por lo tanto no hay gasolineras. No esperes ver una gasolinera fuera de un pueblo porque no he visto ninguna, así que calculad bien los recorridos y los repostajes. En la isla norte no he encontrado mucha dificultad, hay bastantes ciudades intermedias y los recorridos son más pequeños.
Moverse por el país.
Existen varias formas, tren, bus, avión, alquiler de vehículos de varios tipos, e incluso el autostop, hay mucha gente que se mueve por Nueva Zelanda haciendo dedo. En mi caso, me he movido con campervan. Algo más grande que una monovolumen, pero bastante más manejable que una autocaravana, con lo que hacía de mixto para campo o ciudades. No hay que preocuparse demasiado por el tema del vaciado de agua y reponer, suele haber “dump stations” públicas hasta en los pueblos más pequeños, aunque en algunos hay que prestar atención porque vienen señaladas y luego son campings privados. De todas formas, siempre viene bien hacer una parada en algún camping o motel, suelen estar bien acondicionados y aprovechas la electricidad (y las duchas de verdad con agua caliente también, es cierto). También existen multitud de campings públicos, suelen estar en áreas de lagos o montaña, disponen de baños y son bastante económicos (unos 6 dólares). Puedes encontrar una especie de hucha para echar el dinero y unas cartulinas donde registrarte de forma voluntaria. Tampoco esperes mucho de estos campings, es lo que viene siendo un descampado más o menos pequeño, cerca del agua y con unos baños que son letrinas (eso sí, suele haber papel higiénico) sin lavabo.
Supermercados de varios tipos, donde en muchos puedes encontrar descuentos en gasolineras si tu compra asciende a un mínimo, lo cual puede venir bien en algunos casos. Por ejemplo, los supermercados Countdown, suelen hacer descuentos de 4 céntimos por litro en gasolineras Z.
Para excursiones, no hay que volverse loco, basta con ir a un iSite del pueblo en cuestión, y allí encontraremos Info de todas las actividades que podemos hacer por la zona, desde allí mismo se pueden contratar al instante. Yo he llegado a flipar porque había sitios que te desplazan incluso a 400km para ir al sitio de la excursión, mucha tela.
Seguro que se me ocurrirá algún consejo más, ya iré aumentando esta entrada si es preciso.
Corto ya, estoy a punto de aterrizar en Samoa, aunque por desgracia es de noche.
martes, 20 de octubre de 2015
Despedida kiwi
sábado, 17 de octubre de 2015
El tiempo primaveral
Bendita primavera que llenas todo de agua y flores, aunque yo sólo veo el agua, y qué trombas. Recorrer las carreteras con carteles de “flood” y avisos de desprendimientos, no es lo más relajante del mundo, la verdad, pero es lo menos que puede pasar con la cantidad de agua que ha caído en dos días. Esas mantas de agua de un par horas de la gota fría, pero con varias horas más, de esas que te cierran los glaciares al público porque la mayoría de las rutas se han convertido en rápidos ideales para rafting, no para senderistas ávidos de “la instantánea” más original. Es lo que tiene el tiempo en primavera, te cierran un glaciar, se inunda medio parking de un embarcadero, encuentras playas con mar embravecido, o simplemente conviertes tu vehículo en una barca a medida que atraviesas las carreteras entre bosque y montaña.
Cada día tomo más en serio los carteles neozelandeses que avisas de las condiciones tan cambiantes de sus carreteras, es un hecho. Puedes empezar el día con lluvias torrenciales, desprendimientos de rocas, cascadas de agua, niebla, viento, y terminarlo al borde de las plácidas aguas de un lago enorme mientras miras la puesta de sol entre montañas nevadas, la maravilla de la naturaleza. Eso sí, asegúrate de llevar bien repleto el depósito de combustible del coche, las gasolineras escasean en la isla sur de la mitad para abajo, no les gustan mucho en los parques naturales y hay muchos, cuidado no te toque llamar a asistencia en carretera, será, además, el único vehículo que veas durante muchos kilómetros.
Aprovecho ya que casi se me va el sol, y esta gente son de dormir pronto.
jueves, 15 de octubre de 2015
Sobreviviendo a pesar del viento
Es increíble ver hectáreas y hectáreas de terreno verde con cientos de vacas, ovejas, llamas, alpacas o cabras. Cualquier granja por pequeña que sea tiene una cantidad enorme de ganado. Cuidado con acercarse demasiado a ciertas vallas para ver animalitos que muchas están electrificadas. Pero es genial como piensas en el desarrollo sostenible y miran por su fauna y flora autóctona, con carteles en áreas recreativas o incluso supermercados, exponiendo las especies invasoras que hay por la zona e instrucciones de cómo se debe proceder.
Tienen su puntito estos kiwis.