jueves, 19 de octubre de 2017

Llegada a Yagón

Yagón, Rangún o como más os plazca pero aquí estoy, recién aterrizado y con la humedad pertinente ya en el cuerpo. Con un pequeño retraso en tiempo de aproximadamente 6 horas del previsto inicialmente por una avería (creo que del aire acondicionado) en el avión de ETIHAD, pero sano y salvo.
Lo primero es cambiar unos cuantos dólares en kyats (lo llaman yat, la k podéis obviarla), que siempre será mucho mejor pagar en la moneda local para que los cambios sean favorables que si no se desmadra el presupuesto. Billetes planchados y que huelan a nuevo, como los vean con alguna marca o algo, no os los cogerán. Ya me encargué de hacerme con unos recién salidos del horno para llevar a Myanmar, aunque tenía algunos sobrantes en casa del viaje anterior a USA, traté de colarlos todos pero no hubo manera, aunque sí se cogieron unos pocos.
De ahí a negociar un taxi para el centro, y no fue mal la cosa, al final nos juntamos con una chica belga y así compartimos gastos que, total, iba a la misma calle, qué casualidad!
El recorrido muy pintoresco, me recordaba mucho a Hanoi solo que sin motos, excepto la policía, ellos sí que pueden llevar. Aún así, como en cualquier ciudad grande del sudeste asiático, caos circulatorio por todas partes, mucho claxon y el añadido de escupir chorros y chorros de tabaco de mascar por las ventanillas. Algo parecido a un chorro de barro... luego cuando ves las dentaduras al sonreírte te das cuenta de todo.
Es interesante apreciar que el volante está a la derecha en la inmensa mayoría de vehículos pero circulan por la derecha, como en España. Pregunté y me dijeron que es porque se los compran a Japón y como allí circulan por la izquierda, pues es lo que toca, solo que la gente pudiente puede comprarse un coche adaptado a las carreteras, lo cual no está mal porque se adelantan constantemente y puede ser peligroso en más de una circunstancia pero... quién dijo miedo habiendo hospitales!
Después de un rato largo, largo (pillamos la hora punta del mediodía), llegamos a la calle doce, donde nos recibió muy amable toda la gente del hostel, hostal, pensión, no sé muy bien cómo definirlo. Instalaciones muy modestas puestas con la mejor intención de agradar. Suficiente para lo que necesitamos, una cama, una ducha y listo. Y la ducha era un baño compartido al final del pasillo, abierto y compartido con los propios trabajadores del hotel, todo en familia.
Buscar la wifi para avisar a la familia de la llegada y a salir a la calle! lo de la wifi es ciencia ficción, va y viene mucho, sin velocidad y con una calidad regulera. De vacaciones genial porque desconectas, pero si tienes que currar o similar, mejor cómprate una tarjeta en alguna de las millones de tiendas o puestos de la calle y, aún así, tampoco creas que vas a poder hacer mucho en muchas de las zonas por las que pases, la cobertura es tan regulera como la calidad de la conexión. Suerte.





Ya en la calle! Olores a comida y a basura, que aquí se mezcla todo y hay agua estancada en muchos sitios. Noodles, arroz y montones de especias aguardan. Cerca del chinatown e indiatown de Yagón, lo mejor es dar una vuelta de reconocimiento para buscar sitio para la cena, que hambre no hay con tanta comida en los vuelos. Por muy cortos que sean, siempre nos dan algo de comer, ya podían aprender muchas compañías europeas del servicio y hospitalidad de las orientales, detalles.

Pagodas, templos, mezquitas, iglesias baptistas, ... se entremezclan en una misma calle, adornadas con luces de colores por las fachadas como si fuera Cortilandia. Tienen mucha querencia a iluminar las cosas, por lo menos da alegría aunque tengan poco gusto a la hora de decorar, eso sí. Un trasiego constante de gene por la calle, andando, en bici, carros y coches, con faldas prietas largas y camisas, tanto hombres como mujeres, da igual la condición social, más pobres o más ricos, todo con mucho color y siempre en chanclas, que no falten! Mucha gente nos sonríe o nos saluda por la calle y lo cierto es que damos mucho el cante porque tampoco es que se vea mucho occidental, más bien ninguno. Llevamos 4 horas desde que dejamos a la chica belga del taxi y no nos hemos encontrado con ninguno todavía.

Después de dar una vuelta grande por esta parte de la ciudad, ver su estación de autobuses, un parque donde al caer la noche se ha llenado de multitud de birmanos disfrutando del césped, se sientan a cenar con amigos y familia y a dejar todo tirado cuando terminan, que la limpieza no la tienen todavía muy interiorizada por lo que parece. Terminamos en chinatown, en una de las calles, sentados en una pequeña mesa de plástico con unas sillas bajitas, esperando a que nos pongan un plato de arroz con un montón de cosas que hemos ido señalando del carro donde cocina todo una señora. Muy amable nos acerca el platazo a la mesa, sonriendo y ofreciéndonos té caliente además del agua que habíamos pedido. Importante, el agua siempre es embotellada, agua tratada, no he visto a nadie beber agua de ningún sitio que no sea embotellada o de garrafas grandes que hay en muchos sitios donde es también embotellada, así que tranquilos que no hay intención de pillar diarreas o similar, aunque nunca se sabe!

Reventados, toca dormir... pero antes poner mosquitera, que hay unos mosquitos negros feos con malas intenciones. Después de hacer unos cuantos apaños, ya sí se consigue poner la mosquitera más o menos bien, veremos qué nos depara la noche. Deseando ver Yangón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario