Ya van terminando los días por Nueva Zelanda, con profunda
tristeza toca despedirse de sus gentes, sus animales, sus carreteras de grava
interminables, su viento, su sol, sus días de lluvia entre montañas y algún que
otro homenaje culinario en alguno de sus asadores. Es una pasada de sitio,
lástima que nos pille tan lejos a los españoles.
Hoy toca dormir en un área de servicio en la campervan,
junto a unas vacas que no parece que tengan muchas visitas con frecuencia,
todas están en el lado de la valla junto a la furgo. Ningún kiwi visto, tampoco
ballenas ni delfines por temporal, pero muchas focas, keas, kakas, conejos y
mucho pájaro vistoso, así que algo es algo. Es impresionante la cantidad de
fauna salvaje que hay por aquí y cómo tratan de conservar todas sus especies
autóctonas, se lo toman muy en serio. He visto muchos carteles avisando de
productos químicos encontrados en zonas silvestres, hacen mucho hincapié en
avisar de especies invasoras, ponen carteles con consejos para limpiar
embarcaciones en lagos por algas, en el campo en ciertas zonas por las botas,
etc. Muchos sitios sin papeleras donde te piden que te lleves contigo la basura
que generas. Son muy conscientes que cualquier cosa puede alterar el
ecosistema; es algo muy palpable en la zona de los glaciares, donde puedes ver
dónde se encontraba la lengua hace unos años y en la actualidad. Da gusto ver
las explotaciones ganaderas, todo el ganado en campos verdes enormes, pastando
sin estrés alguno, en general bastante bien cuidadas las instalaciones. Con
razón vas a cualquier super a comprar carne de ternera y sabe deliciosa, muy
blandita y jugosa. Y es que no sé si será porque las leyes son muy severas, o
bien por educación (confío en lo segundo), pero la gente es muy civilizada y
educada, y se ve fácilmente en cualquier servicio público (que los hay en todos
los pueblos, ciudades o incluso rutas por el monte), donde siempre hay como
mínimo, papel higiénico , o donde te puedes encontrar en la gran mayoría
secadores de mano, y todos en perfecto estado, desgastados por el uso pero poco
vandalismo, aunque alguno me he encontrado donde especificaban que los cerraban
de noche por actos vandálicos, aunque no encontré rastro alguno.
Después de 20 días, más de 3500 kilómetros y habiendo
cruzado de norte a sur y de este a oeste las dos islas, creo que me llevo en la
mochila un pequeñito reflejo de lo que es Nueva Zelanda y, no me queda otra que
decir que, me ha encantado y cuando pueda volveré, seguro, me queda mucho por
descubrir
Próximo destino… Samoa, rumbo a la polinesia…
Yo lo he visto un poquito contigo. Gracias :)
ResponderEliminarGracias por compartir :)
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