jueves, 26 de noviembre de 2015

Cu Chi y el delta del Mekong


En plena selva, a unos 60 kilómetros de Saigón, encuentro Cu Chi. Tras pasar hordas de gente en la taquilla, voy para ver las recreaciones de la vida allí durante el conflicto, cómo cocinaban bajo tierra, trampas para capturar, herir o matar soldados enemigos, o métodos para estar a salvo se los animales peligrosos de la zona como las serpientes. También puedo ver la forma en la que reparaban y preparaban las armas, e incluso cómo reutilizaban para munición parte de las bombas y minas del enemigo, algún que otro tanque desvencijado. No soy muy bélico pero me resulta interesante desde el punto de vista de la capacidad del ser humano para adaptarse a cualquier situación por extrema que sea.

Antes de ir a la zona de los túneles, pruebo a disparar un fusil en un campo de tiro, concretamente un M16, curiosidad simplemente, tiene menos retroceso del que me esperaba. Tras probar un poco mi mala puntería voy a introducirme en uno de los túneles, el más cercano a la superficie. Tienen una red de túneles muy grande, con 3 niveles según la profundidad, estrechos y con muy poca altura, entre 70 y 50 centímetros, así que es bastante angosto. El primer túnel está modificado para que los occidentales podamos entrar más o menos bien, con varias salidas al exterior por si alguien siente claustrofobia. Me tengo que quitar la mochila de la espalda porque no entro con ella, sigo al guía lo más cerca que puedo porque demuestra lo rápido que un vietnamita puede ir y lo lentos que vamos nosotros, bastante más grandes que ellos y no acostumbrados a ese calor tan húmedo. El frontal que llevo en mi cabeza resulta muy útil en algunos momentos donde la precaria luz del guía desaparece entre curvas. Por fin salimos a la superficie. Estoy como si me hubiera metido en la ducha vestido, chorreando sudor por todos los poros y con las piernas todavía cargadas de ir agachado. Sale el resto del grupo del túnel y vamos a uno todavía más estrecho y profundo, aunque esta vez bajamos sólo a comprobar las medidas y el calor. Bastante más bajito y con mucho más calor. Interesante sitio para ver cómo pudieron subsistir así durante toda la guerra, nada recomendable.

Algo más descansado y menos sudoroso, me dirijo para la zona del famoso delta del Mekong. El río se abre tanto que veo pasar barcos enormes, muchos. Me comentan que el tono marrón del agua no es por suciedad sino por los sedimentos de la tierra que lleva, y comprendo que se refiera a eso, pero la cantidad de plásticos que veo flotando en el agua, no me dejan del todo convencido sobre la limpieza del río. Isla Tortuga, Unicornio… algunos nombres de islotes dentro del mismo delta, aunque sin duda el más grande es Unicornio, donde voy en un barco. En el embarcadero encuentro algunos locales refrescándose un poco en el agua, sigo dudando de la limpieza. Me cuentan una historia que no sé si será cierta, suena un poco ridícula. Es algo como que mandan a estudiar fuera a los estudiantes para adquirir conocimientos, y al volver durante las vacaciones, muchos de ellos se ahogan en el río por las corrientes y su poca pericia nadando, así que últimamente les han prohibido bañarse para evitar más muertes, no dejan de ser una especie de inversión para las aldeas allí establecidas.

Lo cierto es que no tienen gran cosa dentro del islote. Alguna pequeña empresa artesana de caramelos hechos con aceite de coco, miel, algo textil o paseos por los canales interiores en barcazas para los turistas. Disfrutar del entorno y recrearse con el colorido de la zona, eso y mucho calor, allí no corre mucho el aire por la vegetación.

Ya tengo una idea de la vida en el delta, así que enfilo mi camino para Camboya, Siem Reap espera.

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