Empiezas a tomar conciencia del tamaño de la Gran Barrera de
Coral cuando observas desde el avión la cantidad de arrecifes que hay, con un
color de agua tan intenso que no lo puedes creer. A veces se menciona como el
animal vivo más grande del planeta, ya que puede ser vista desde el espacio,
teniendo en cuenta que el coral es un ser vivo y está en constante crecimiento.
Llegó el gran momento.
En el muelle principal de Cairns puedes encontrar multitud
de empresas que te llevarán a ver algunos arrecifes, suelen ser un par de ellos
por motivos de tiempo, ya que no son
barcos muy rápidos y está a una distancia considerable. Yo me decanté
por los de Silver, ya que después de estar hablando con la gente del hostel, me
dijeron que esta empresa te lleva a ver tres arrecifes porque disponen de un
barco más rápido y, de hecho, van a otros diferentes. Así que me puse de
acuerdo con ellos y me hicieron la reserva desde el mismo hostel, no tienes ni
que desplazarte. Esta empresa daba comida y trajes completos de lycra para
hacer snorkel (soy de oídos sensibles y siempre con mocos, así que nada de
buceo), importante a la hora de encontrar
medusas en la zona, porque todos sabemos lo que hace una medusa, verdad? Venga,
realmente no tenéis ni idea la mayoría porque no os han rozado nunca, sólo conocéis
las historias que os han contado (a mí tampoco me han rozado nunca).
Pues después de aproximadamente un par de horas de barco,
con más de medio pasaje fuera de juego por el oleaje (las bolsas de papel eran
un artículo de primera necesidad), llegamos. He de reconocer que tuve un
momento de mareo, pero se pasó rápido, hubo gente que se tumbó en el suelo para
relajarse, fue bastante divertido.
Ya enfundado en el traje de lycra, sólo quedaba ponerse las
gafas y a ver las profundidades oceánicas a lo Jacques Cousteau. Menuda maravilla
ver tanta vida marina en tan poco espacio, tanto colorido, tanta tranquilidad y
paz. Toda la gente buscaba a Nemo, y a mí lo que más gracia me hacía eran las almejas
gigantes, que con sólo rozarlas se cerraban. Entre arrecife y arrecife, comimos
algunas cosillas que había preparado la tripulación, estaba todo riquísimo y,
la verdad, con tanto snorkel te entran unas ganas de comer que devoras.
Después de varias horas en los arrecifes, la vuelta se hizo
muy cortita. Mucha gente repasando las fotos que habían hecho bajo el agua,
comentando todas las especies diferentes vistas, etc. Esa noche tocó cenar de forma
suculenta y con cerveza en mano, nos lo habíamos ganado.
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